Una cadena sucia es una parte inevitable de la utilización de una bicicleta. Pero la cadena es el héroe no reconocido en la conversión de tu pedaleo en movimiento hacia adelante, y una cadena más limpia puede significar una mejor transferencia de energía con cada golpe de pedal. Aunque las transmisiones Shimano están diseñadas específicamente para funcionar de forma fiable en las condiciones más adversas, limpiar y lubricar la cadena con frecuencia ayudará a que la transmisión dure más y funcione mejor. Afortunadamente, el mantenimiento regular de la cadena no es un proceso que requiera mucho tiempo o trabajo, por lo que puedes mantener fácilmente tu bicicleta en perfecto estado de funcionamiento.
¿Qué es una cadena?
A primera vista, las cadenas parecen increíblemente sencillas. Esto es cierto en cuanto a su función, pero su diseño es más sofisticado de lo que parece. Las cadenas están formadas por un patrón repetido de eslabones conectados, cada uno de los cuales está compuesto de cuatro piezas individuales. Estas piezas, es decir, las dos placas laterales, un pasador y un rodillo, suelen ser de acero, y trabajan al unísono para transferir la potencia y moverse a través de las marchas con la ayuda del cambio. Dado que las piezas individuales de la cadena se mueven constantemente unas contra otras, es necesario limpiarlas y lubricarlas para reducir la fricción y que funcionen con mayor eficacia.
Límpiala
La limpieza es fácil, y solo se necesitan un par de elementos para que la cadena vuelva a brillar. Invierte en una caja de guantes de goma, un cepillo de cerdas duras y una botella de desengrasante o disolvente en spray. Un soporte de bicicleta también es un buen complemento para este proceso, ya que eleva la transmisión a una altura de trabajo fácil para que puedas ver todos los rincones y grietas.
Aplica una cantidad generosa de desengrasante en la cadena y cassette, y utiliza el cepillo para desprender la suciedad. Para acelerar este proceso, utiliza la mano izquierda para sujetar el cepillo contra el casete y la cadena mientras pedaleas hacia atrás con la mano derecha. Para mantener una mayor tensión en la cadena durante el proceso de limpieza, asegúrate de cambiar al plato grande.
Después de cepillar la parte delantera, trasera, superior e inferior de la cadena, asegúrate de limpiar a fondo los demás componentes de la transmisión, como los platos y los dientes del cassette, donde la cadena hace contacto. Por último, aclara todo con agua limpia y observa cómo la suciedad y la mugre desaparecen. Una vez que todo esté seco, no olvides volver a aplicar tu lubricante favorito.
Opciones de lubricante
El clima y las preferencias personales dictan el tipo de lubricante a utilizar. Los ciclistas que viven en climas secos suelen inclinarse por el lubricante seco, que suele ser menos sucio que el lubricante húmedo, pero que requiere una reaplicación más frecuente. Los lubricantes secos suelen tener una base de cera o teflón y se secan en los eslabones de la cadena al aplicarlos, manteniendo la transmisión limpia y sin grasa. En las regiones con lluvias constantes, el lubricante húmedo es el más adecuado. El lubricante húmedo suele ser a base de aceite y se adhiere a la cadena incluso cuando se le echa agua y suciedad. Con el lubricante húmedo, la transmisión funcionará más silenciosamente, pero hay una contrapartida: se requiere una limpieza más frecuente para eliminar la suciedad y otros contaminantes, que se adhieren al lubricante a base de aceite.
En los viajes largos o de varios días en condiciones exigentes, es una buena idea guardar un pequeño frasco de lubricante en la mochila para reaplicarlo. Es fácil saber cuándo la cadena necesita más lubricación... solo tienes que escuchar con atención. ¿Oyes rechinar o chirriar? Es hora de la lubricación.
La limpieza periódica de la cadena te ayudará a mantener el buen funcionamiento de tu máquina y a reducir los costes anuales de mantenimiento en la tienda de bicicletas. Una cadena bien limpia y correctamente engrasada también ayudará a deshacerse de esos molestos ruidos de chirridos que emanan de entre los pies, a la vez que evita las temidas huellas de grasa en el interior de la pantorrilla. Dedicar un poco de tiempo a la cadena, a menudo olvidada, puede suponer una gran diferencia en el día a día.