El ciclista de Shimano Gravel Alliance Ibai Fradejas siempre había soñado con realizar un recorrido de gravel a través de pueblos olvidados en el tiempo. Ahora, su sueño se ha hecho realidad.
Un sueño hecho realidad
Cuando el nivel de agua del embalse de Yesa desciende, se revela un paisaje lunar. Siempre he soñado con poder recorrer las antiguas pistas que quedan expuestas al final del verano cada año en esta región de Navarra, en España. Este verano, mi sueño finalmente se hizo realidad.
La historia del embalse es especial y se remonta a principios del siglo XX. La triste fachada de la historia es que los pueblos de Escó, Tiermas y Ruesta fueron vaciados durante la construcción del embalse en 1962. La población se reasentó en otros lugares y ahora solo quedan sus fantasmas.
Los enclaves abandonados tienen ese encanto especial de lo misterioso. Mientras pedaleaba por las calles desiertas, no podía dejar de pensar en dónde se habría ido la vida que una vez floreció en sus rincones.
El pueblo de Escó
Sus orígenes se remontan al siglo VI a.C., cuando una oleada de celtas belgas, los suesetanos, se instaló en la zona. Durante la Edad Media también se convirtió en un importante enclave estratégico, con su propio castillo. El pueblo fue expropiado en la década de 1960 para la construir el embalse de Yesa y posteriormente fue abandonado.
Con el llenado del embalse, las tierras más fértiles del municipio se inundaron y sus habitantes se reubicaron en otros lugares. Aunque forma parte del Camino de Santiago y ha sido declarado Conjunto Histórico-Artístico, solo una de sus casas está habitada en la actualidad, y no de forma permanente. Por desgracia, todo lo demás está arruinado y abandonado.
Ruesta: la tierra que el tiempo olvidó
De lo que fue la antigua población solo queda la parte alta, ya que la parte más baja ha desaparecido bajo las aguas. La construcción del embalse provocó la evacuación de todo el pueblo, incluidos los huertos y las tierras de cultivo. Solo dos vecinos permanecieron en el pueblo y se quedaron allí hasta el día de su muerte
Cuando el nivel del agua lo permite, generalmente a partir de septiembre cada año, las ruinas del Balneario Viejo de Tiermas emergen del fondo del embalse y se puede acceder de nuevo a su manantial sulfuroso. El vapor del manantial reaparece cada año y recuerda el antiguo espíritu de la región. El manantial se descubrió en tiempos de los romanos y mucha gente vuelve anualmente a recoger el agua, a la que se le atribuyen propiedades curativas.
Pensando en el futuro
En 1996 se aprobó un proyecto que permitía ampliar aún más el embalse. Se asignaron 2.097 hectáreas adicionales para su inundación, triplicando el tamaño actual del embalse. Muchos lugareños creen que, como ya ocurrió en Escó y Tiermas, los pueblos no se inundaron, pero su futuro quedó tocado y hundido. En la actualidad, el proyecto de ampliación está bloqueado, pero la historia de los pueblos abandonados continúa.