¿Ir en bici con tu pareja o no ir en bici? Esa es la cuestión. ¿Es mejor ir en bicicleta y arriesgarse a una discusión sobre quién tiene que fregar los platos mientras se lucha para superar una subida pronunciada o disfrutar de una sana actividad en solitario de vez en cuando? Aquí tienes la genial opinión de Anke sobre #couplegoals y cómo equilibrar endorfinas y emociones mientras te diviertes sobre el sillín.
En otra vida, montaba en bicicleta de montaña y pasaba la mayor parte del tiempo viendo a mi novio de entonces desaparecer en la distancia. No sé qué era lo que más me llamaba la atención: mi furia cuando él daba la vuelta para preguntarme si estaba bien, una pregunta inútil, dadas las subidas imposibles que se habían convertido en un elemento fijo de todas las rutas que planeaba antes de perderse de vista de inmediato. O que me había convertido en un ejemplo de alguien a quien su pareja había convencido para que se dedicara a una afición que no funcionaba.
Pero debo decir que era un buen tipo. La relación en sí iba muy bien... hasta que entraron en escena las bicicletas. Porque el ciclismo no solo revela sin piedad la forma física de cada uno, sino que también desnuda las profundidades de tu alma.
La culpa del más fuerte
Como el perpetuamente más débil de la pareja, es casi imposible que el más fuerte lo haga bien. Es como si la fuerza de sus pantorrillas estuviera conectada automáticamente con el hecho de equivocarse. Eso vale incluso para un amigo mío, antiguo ciclista profesional, que siempre está más pendiente de que su rueda trasera no se escape ni un milímetro de su amada y a menudo le pone suavemente la mano en la espalda sudorosa para darle un empujón en modo turbo cuesta arriba sin que se lo pida. Pero, tarde o temprano, tendrán que negociar sobre la longitud del trayecto (demasiado lejos), la distancia entre ruedas (demasiado grande) y la velocidad media (demasiado alta).
La excepción confirma la regla
No es de extrañar: son sobre todo los hombres los que tienen la culpa en el sillín. Así que me alegra poder citar algunos ejemplos de mujeres que tienen que vivir con la carga de ser más rápidas que sus compañeros. Como lo resumió un colega mío: "Claro, es algo positivo cuando el punto de discordia no es si puedes ir a dar una vuelta, sino si ella quiere hacer 'solamente' cuatro horas en vez de siete".
En otro caso, un amigo tuvo que explicar a su pareja, de camino a casa tras unas vacaciones, por qué su hombro roto y la amenaza de perder el carné de conducir le impedían recogerla en la cima del Großglockner, así que, no, su ímpetu por llegar más alto tendría que esperar otro día.
Parece que ambos sexos pueden ser culpables de anteponer sus endorfinas a las emociones de sus seres queridos.
No me malinterpretéis, recomiendo totalmente las citas en bicicleta. Recuerdo una mañana de diciembre, con unos agradables 6 grados centígrados, cuando empezamos la primera subida de la cita. Mientras él intentaba demostrarse a sí mismo (¿o a mí?) que podía dejarme atrás, yo le demostré lo despacio que podía ir, sabiendo que tanto él como su ego esperaban en la cima, sin ropa suficiente y tiritando. En un momento así, las bicicletas te ahorran perder un tiempo valioso en una segunda o tercera cita.
Los pragmáticos
Un enfoque completamente diferente. Estos han comprendido que no tienen por qué compartir todo lo que hacen. Al igual que los roncadores tienen habitaciones separadas, esta facción simplemente pasa su tiempo libre separada. Pero no todo es coser y cantar: como en cualquier recorrido en bicicleta, puedes esperar altibajos. El no ciclista sabrá, en teoría, que no está jugando un papel secundario con respecto a la bici, pero puede sentir unos celos inmensos por ella, así como puede haber lamentos de otro tipo en el dormitorio cuando el atractivo sexual de un culote con tirantes vuelva a fallar.
Los unicornios
Sin embargo, tengamos esperanza en el hecho de que existen parejas que pueden realizar juntos agradables paseos de café. E incluso completar carreras de ultrafondo sin asfixiar a su pareja con su bolsa de vivac.
Después de que una amiga hiciera su primer ultra con su novio, me dijo lo siguiente: "Si vas a recorrer 2.700 km con 50.000 metros de escalada juntos, sin duda ayuda ser capaz de comprender los estados de ánimo del otro". Ya te puedes imaginar cómo será su luna de miel.
El director de una revista alemana de ciclismo también ha encontrado la forma de que él y su mujer puedan pedalear juntos: ahora tienen un tándem de bicicleta de carretera de gama alta impecablemente equipado que por fin les permite pedalear a la misma velocidad.
Las reglas básicas
Tanto si vas a un ritmo tranquilo como si persigues récords, los fundamentos del ciclismo en pareja siguen siendo los mismos:
- el más rápido puede ir más despacio, pero el más lento no puede ir más rápido.
- Una discusión sobre la distancia o la velocidad de un recorrido no tiene que ver, en la mayoría de los casos, con el recorrido. Ni tampoco con el ciclismo.
- Tener aficiones diferentes no significa que tu relación vaya a fracasar.
- Tener aficiones conjuntas no significa que tu relación sea más fuerte.
- Elegir la bicicleta no es lo mismo que no elegir pasar tiempo con tu pareja.
- Los amigos ciclistas no son automáticamente material para una relación.
- Los amigos que no ciclistas no son automáticamente material que implique no tener una relación.
Finales felices
Hay un meme muy compartido en Internet con dos pares de piernas fuertemente entrelazadas asomando bajo un edredón con visibles bronceados ciclistas. La mayoría de los amantes del ciclismo probablemente lo subtitularían con #couplegoals. Pero lo que en realidad falta en la imagen es cómo afectan a la dinámica esos molestos radios.
Una capa de posible fricción que solamente una cantidad específica de crema de gamuza emocional puede suavizar. Pero independientemente de si vais más deprisa solos o más despacio juntos, o de si tu compañero de ruta favorito tiene dos piernas o cuatro, la bici representa un plus en vuestra relación. De ti depende que el triángulo amoroso funcione.