Cuando la ciclista del Shimano Gravel Alliance Claudia Gerosa comenzó a practicar gravel, descubrió mucho más que su área local. En este artículo, la exjugadora de fútbol y béisbol realiza un seguimiento de su trayectoria en el gravel desde cruceros a campos de baseball, rutas junto al río y pasos de montaña.
En un mundo en el que se nos bombardea una y otra vez con ultramegaépicas salidas que atraviesan países o continentes, a veces es difícil admitir que nuestra primera salida, la que abrió la puerta al gravel y nos enganchó, puede haber sido algo menos impresionante.
Claudia Gerosa es la primera en admitir que sus primeros 10 km no fueron nada del otro mundo. Replicó sus antiguas rutas de paseo con su perro en bici, con lo que la italiana de 45 años miembro del Shimano Gravel Alliance no se alejó mucho de casa, justo a las afueras de Milán en el corazón industrial que fluye hacia el este de la icónica ciudad para incluir Bérgamo. A diferencia de otros lugares de Italia, aquí no hay carreteras blancas, colinas preciosa ni icónicos pasos de montaña. En su lugar, es un área en movimiento constante donde las personas se desplazan al trabajo, los coches son los reyes y hay fábricas.
"Cada aventura comienza a 4 km de casa, en cuanto llego a la ribera del río. Si no fuera por el gravel no habría sabido que estos increíbles lugares existían tan cerca de mi casa", comenta Claudia con una sonrisa antes de dirigirse a otro track que la lleva a una ruta estrecha difícil de detectar junto al río Adda. Esta animada ciclista siempre ha sido una especie de buscadora de rutas, tanto cuando fue una usuaria temprana de Twitter, o más al caso, como una recién llegada al gravel. Claudia nunca ha sido una persona de conformarse y, curiosamente, eso es exactamente lo que hace que encaje tan bien con el gravel.
Claudia es originaria de Lombardía, donde sigue viviendo en el pueblo de su familia, al sur de Bérgamo y al este de Milán. "Esta es una zona de almacenes, coches, humedad e industria", comenta. "Sí, sin duda, tenemos buenas vistas de las montañas, pero no están exactamente al lado de casa. Esto significa que se necesita algo de creatividad para encontrar lugares increíbles por los que ir en bici, pero aquí es donde el gravel entra en acción" continúa.
Italia es conocida por muchas cosas: comida, deporte, arte y moda pueden estar en los puestos altos de la lista, pero también es un lugar que se aferra a la tradición, tanto cuando se trata del papel de la mujer en la sociedad como en las reglas no escritas sobre ciclismo. Así que cuando Claudia cuenta sus historias con su expresivo estilo italiano (imagina un lenguaje corporal que es tan pasional como el verbal), sobre lo mucho que destacaba cuando trabajaba como la única mujer en la obra y era capaz de levantar pesos igual que sus compañeros, puedes imaginar el resto de la historia.
Sin embargo, no estamos interesados en la emancipación en el lugar de trabajo, sino en el gravel, así que volvamos a cuando Claudia predicaba las bondades del gravel en 2015, no mucho después de que empezase a practicarlo y en un momento en que pocos ciclistas italianos tenían idea sobre la disciplina, tendrás una imagen más completa de esta ciclista.
En esta fresca mañana de invierno, Claudia se encuentra en su elemento, practica sus conocimientos de guía turística de los alrededores de Bérgamo, contando animadamente la historia asociada a la Città Alta, donde pide un rápido cappuccino, hasta las historias de fábricas de pantalones vaqueros cerradas, y puentes de hierro de la década de 1930. "El gravel me ha dado una perspectiva totalmente nueva de mi país natal. Los italianos no apreciamos lo que tenemos, pero ser capaz de montar en todo tipo de superficies ha convertido cada salida en su propia aventura única", continúa Claudia, haciendo sonar el timbre de su bici para que los viandantes sepan que se acerca. "Esta ruta va de Brianza a Lecco, sin nada de tráfico. Hay 50 km de ida que podríamos llamar la parte central de mi ruta imprescindible. No conozco ningún otro lugar en el que puedas escaparte de todo tan fácilmente."
Escondida en el valle, la ruta sigue el curso del río, pasando por centrales eléctricas abandonadas, pozas burbujeantes y atronadoras cascadas. Rodeados de esta belleza, sería fácil preguntarse por qué alguien se conformaría solo con ciclismo de carretera en esta zona. Claudia está totalmente de acuerdo. De hecho, si bien practicaba con asiduidad el ciclismo en carretera, pronto se enganchó al gravel, en parte gracias a una salida con el Rapha Cycling Club justo en esta misma ruta ciclista.
"Siempre me he inspirado en lo que hay fuera de Italia, fuera de la norma. De pequeña jugué al fútbol y softball a un buen nivel, siendo parte de equipos que ganaron títulos nacionales y regionales y eso, junto con las oportunidades que tuve para trabajar por todo el mundo con la empresa de mi familia, pronto me hizo darme cuenta de que tienes que mirar más allá de lo que te rodea para experimentar nuevas cosas."
El tendido de pistas de atletismo y campos de fútbol es sin duda alguna una profesión especializada, pero fue el trabajo de su padre el que incentivó la pasión de Claudia por los viajes y el deporte. Estos dos aspectos se mantuvieron como dos entidades separadas, simplemente dos hobbies que buscaba en su tiempo libre, hasta que descubrió el mundo del ciclismo y las dos cosas se fusionaron. "En 2014 tuve una lesión grave en el tendón de Aquiles, así que no podía entrenar al fútbol o softball sin sentir dolor. Aparecía en los partidos y los jugaba como podía, pero eso era todo lo que podía hacer. Mi fisio me recomendó practicar un deporte de bajo impacto, como nadar o ciclismo, y ahí empezó todo. No es ninguna exageración decir que esa primera bici cambió mi vida", continúa Claudia con una amplia sonrisa.
"Supongo que empecé como la mayoría de las personas, simplemente montando alrededor de mi casa. Cuando acabé cansada de la zona local, quise ir un poco más lejos y compré una bici de carretera. Pronto me di cuenta de que si bien es básicamente lo mismo que conducir, vas a de A a B – ir en bici es una experiencia totalmente distinta. Ahí, me uní al Rapha Cycle Club y todo pasó a ser incluso mejor." En este punto, Claudia se muestra aún animada, recordando las amistades que ha hecho y cimentado sobre las dos ruedas.
Fue a través de Rapha que Claudia participó en un evento de superficie mixta, una ruta creada en homenaje a Flandes en los alrededores de Milán. En ese día, tuvo que enfrentarse a caminos de grava y a duras ascensiones adoquinadas en su bici de carretera. Realizar los tramos a pie con zapatillas de carretera no era lo ideal. Consciente de que debía haber una mejor forma, a Claudia le llamó la atención el concepto de gravel en las redes sociales y ese fue el segundo punto de inflexión de ciclismo de su vida.
"Ahí fuera hay muchas cosas que me inspiran. En cuanto detecto algo interesante, quiero saber a dónde puedo ir hasta allí con mi bici", cuenta entusiasmada, hojeando la revista Al Vento que tiene enfrente, llena de sugerencias sobre rutas y con un montón de fotos. En cierto modo, Claudia es la máxima representación del gravel: alguien entusiasmado por la capacidad que proporciona el gravel para explorar los lugares, tanto si están cerca de casa como lejos. "Creo firmemente que el gravel ha cambiado mi vida. Desde esa primera salida hasta el día de hoy. No solo peso 30 kilos menos y todavía no tengo el físico de una atleta -bueno, de hecho nunca lo he tenido, pero sigo probando cualquier deporte con el que me encuentro-, sino que he utilizado mi pasión y experiencia para ayudar a otras mujeres que quieren empezar con el gravel.’
Si bien Claudia casi siempre sale en bici sola, aceptó la oportunidad de ser guía en el gravel camp dirigido a mujeres y solo para mujeres de No Gods No Masters: "Para la mayor parte de mi grupo, fue la primera vez que salían fuera de la ruta a cualquier tipo de gravel, por lo que ver su progresión en tres días cada vez más duros fue fantástico. Mi principal reto fue mantener unido a un grupo de distintos ritmos y saber que puedes aconsejar a alguien que frene al acercarse a una curva, pero que no puedes controlar lo fuerte que frenan."
Claudia hace una pausa, comentando que, como mujer, recibe halagos habitualmente por montar en bici. "Realmente no hay nada formidable en ello, o al menos, no debería considerarse como tal en nuestros días. Todos deberíamos montar tanto como queramos."
Porque independientemente de lo lejos que se vaya, Claudia ve cada salida de gravel como una aventura. "Hay una creciente sensación de que necesitas hacer 900 km durmiendo poco o sentir la sangre en la boca mientras compites, pero, por fortuna, todavía existe el sentido original de esta práctica, en la que nadie se preocupa por el número de kilómetros que has hecho. Siempre que liberes tu mente, sal con la bici. Considéralo como que es un escape del mundo."
Texto y fotos: Phil Gale (@1_in_the_gutter)